El viernes noche, más de 15 mil seguidores de Morrissey disfrutaron, corearon y se emocionaron con 23 temas de su larga carrera, tanto con The Smiths como en solitario.

Tras la insípida (y bastante desafinada) actuación de la telonera KRISTEENYOUNG, se desvelaron en el escenario del Bowl tres paneles con la misma fotografía de James Dean, un referente acertado para una noche en la que nostalgia, pasión, elegancia y trascendencia se unieron como por arte de magia.

Arropado por tres guitarras, un teclado y un batería, que aportaron un sonido potente a lo largo de todo el evento, Morrissey se paseó por el escenario, bailando y, en ocasiones, lanzándose teatralmente al suelo, pretendiendo estar exhausto, para deleite de sus entregados seguidores quienes, en casi una docena de ocasiones, saltaron a escena para abrazarlo (siendo inmediatamente agarrados y lanzados de regreso a la platea por el equipo de seguridad del cantante).

El concierto no pudo empezar mejor. The Queen is Dead, el sencillo del álbum de The Smiths del mismo título —el tercero del grupo—, demostró que Morrissey aún tiene la energía de los grandes.

Vestido con pantalones y chaqueta blanca, bajo la que mostraba una camisa negra, el cantante siguió recorriendo su trayectoria musical alternando temas de sus más recientes álbumes con otros que interpretó con The Smiths hasta su disolución en 1987.

Entre los primeros, destacar The Last of Famous International Playboys (que en un principio sólo fue editada en un sencillo, en 1989), coreado al unísono; el convencional —dentro del estilo Morrissey— Ganglord, que contiene la famosa frase "regresa tu cu... gordo al ghetto", y que en realidad hace referencia al barrio inglés de Chelsey; el maravilloso The National Front Disco, que permitió un despliegue espléndido de luces en el Bowl; el no menos extraordinario Let Me Kiss You, que hizo soltar las primeras lágrimas a muchos de los asistentes; All Your Need Is Me, otro sencillo nunca incluido en un álbum original (y que confirmó que Morrissey sigue disponiendo de la misma voz de siempre); el magistral Everyday Is Like Sunday, de su primer álbum en solitario, Viva Hate; In The Future When All Is Well, el melódico You Have Killed Me, el fascinante Life Is a Pigsty (el momento cumbre de la noche, bañado de clase y sofisticación) y I Just Want to See the Boy Happy (éste con una extraordinaria incursión de trompeta), de su más reciente CD, Ringleader of the Tormentors; y First In The Gang To Die, del álbum You Are The Quarry, que para muchos supuso su resurrección tras una mediocre década de los 90 (la interpretación de la canción, por cierto, representó uno de los momentos cumbres de la noche: quizá por la notable presencia de fans latinos residentes de Echo Park y sus alrededores, barrio protagonista del tema).

En el grupo de canciones de The Smiths que Morrissey no tuvo inconveniente en revisar —¡faltaría más!— comentar la apoteósica The Boy with the Thorn on His Side; Girlfriend in a Coma, de la que volvieron a emerger victoriosos los músicos; y How Soon Is Now, en la que brilló la percusión.

Tres temas fueron seleccionados para los bises: el extraordinario y entrañable Please Please Please Let Me Get What I Want, de The Smiths; You’Re Gonna Need Someone On Your Side, incluido en su álbum en vivo Beethoven Was Deaf (1993), y tras el cual exclamó al público —con quien mantuvo un diálogo constante, marcado por su sarcástico sentido del humor—: "Recordarme así en vuestros sueños sucios"; y There Is a Light That Never Goes Out, también de The Smiths (aunque no editado hasta cinco años después de su separación), y que le permitió a Morrissey quitarse su camisa (que se cambió antes de los bises) y lucir su pecho descubierto para disfrute de sus seguidores y de aquellos que después lucharon por un trozo de la misma, ya que fue lanzada por el cantante al público.

Pasión, delirio, elegancia, clase, brillantez... Demasiados calificativos, pero no suficientes, para un artista más allá de las modas, que se mantiene fiel a sí mismo y a sus seguidores y a quien, tras su actuación del viernes, sólo se le puede decir: "gracias, Morrissey".